Ser santo
Si te preguntan si quieres ser santo, lo más probable es que contestes que no. Eso de estar rezando todo el día no es lo tuyo. No tienes nada de místico y honestamente, no pretendes renunciar al sexo por nada de este mundo ni del otro.
Erróneamente eso es lo que pensamos sobre la santidad. Una cosa aburrida que no tiene nada que ver con este mundo, hecha para los feos que no tienen pareja. No es eso, ni de lejos.
Así como el león, los santos no son como los pintan. No se pasan el tiempo con las manos juntas mirando hacia el cielo, más bien todo lo contrario.
Para entenderlo, te voy a dar un dato poco conocido: no todos los santos están canonizados. La razón de ir al cementerio el 1 de noviembre no es sólo comer fiambre: vamos porque MUCHOS de los que allí descansan son santos aunque no tengan licencia eclesiástica para subirse a los altares. Y por si alguno falta, al día siguiente celebramos a los fieles difuntos, todos los que aún no han alcanzado la santidad pero van en camino.
¿Puede ser santo un músico, un novelista, un albañil o un empresario? Por supuesto.
Ser santo no es lo mismo que ser sacerdote (ya quisieran los curas), ser santo prácticamente se reduce a hacer lo correcto con lo que tienes. Lo correcto para un músico no necesariamente es tocar música cristiana ni para un albañil construir una catedral. Lo correcto es tocar bien, lo correcto es cavar bien las zanjas. Correcto es vender tus productos, correcto es pagarle a tus empleados. Correcto es manejar todos los días, correcto es llevar al cine a los niños. No hay instante en tu vida que no tengas que decidir entre hacer lo correcto o no, y así es como logras la santidad.
Nadie, absolutamente nadie en este mundo, a excepción de Nuestro Señor Jesucrito y su Santísima Madre han hecho TODO correctamente SIEMPRE. Todos nos equivocamos, todos fallamos, todos nos enojamos, todos hacemos cosas vergonzosas de las que después nos arrepentimos.
Los santos, incluso los canonizados, no son muy diferentes de nosotros los simples mortales. San Francisco de Asís vivió años frustrado porque le quitaron su Orden, la Santa Madre Teresa de Calcuta vivió años sin fe, aburrida, trabajando sólo porque sentía que no podía dejar de hacerlo (¿te suena parecido a tu vida diaria?), estoy seguro que Don Bosco se tiraba pedos y que San José soltaba un par de tacos cuando se daba con el martillo en el pulgar. ¿Y qué? ¿Les resta eso algo de su santidad?
Santidad es hacer lo correcto. Muchos santos apenas lograron hacer UNA cosa correcta en su vida y eso les abrió las puertas del cielo. A mi edad, que estoy más cerca de la ̶s̶a̶n̶t̶i̶d̶a̶d̶ otra vida que de ésta, me doy cuenta que ser santo no es tan difícil y para nada aburrido. Hasta creo que lo voy a lograr.