Cómo asegurar el éxito

Foto de Jill Wellington

Le voy a dar el secreto absoluto para conquistar el éxito en cualquier cosa que se proponga. Es sencillo, absolutamente efectivo y sin lugar a dudas le hará alcanzar el éxito EN TODO.

Reduzca sus expectativas

Fácil, ¿no? ¿Quiere usted ser cantante, pero su voz le daría vergüenza al Gallo Claudio? Reduzca sus expectativas y podrá ser un magnífico cantante en la soledad de su habitación con la puerta cerrada. ¿Quiere usted tener mucho dinero? Reduzca sus expectativas a menos de lo que actualmente tiene y podrá tener todo el dinero que quiera. ¿Mujeres, autos, ventas? Sólo reduzca sus expectativas y encontrará hoy mismo el roto para su descosido.

Le he hecho caer este este vil truco sólo para mostrarle que el “éxito” no es un hecho concreto, sino una función de los recursos con las expectativas. Fracasamos porque queremos alcanzar más de lo que podemos lograr, tenemos éxito porque obtenemos lo que podemos obtener.

¿De qué sirve saber ésto? Simple y llanamente que sabiéndolo, usted puede decidir si acepta el fracaso como un medio de lograr más de lo que hasta ahora creía posible, o si se condena a buscar el éxito por debajo de lo que realmente podía lograr. La decisión es suya.

El Papa Francisco le llama al Evangelio “la historia del mayor fracaso”. Cristo fracasa en su vida terrenal: lo matan, lo entierran, lo insultan, no creen en Él. Y fracasando se levanta de entre los muertos para salvarnos, resucitarnos y ser alabado eternamente. Es exactamente igual con cualquiera de nuestras empresas: si queremos ser exitosos, nos quedaremos a medias. Si nos arriesgamos a fracasar y fracasamos es porque intentamos algo mejor.

Es un gravísimo error de parte de los líderes exigir el éxito asegurado. La única manera de asegurar el éxito es apuntando bajito y aunque usted no lo crea, sus vendedores lo saben. Un “buen” vendedor que sabe que puede vender 100, encontrará mil excusas para asegurarle que sólo puede vender 80 y cerrará en 75 para que usted lo premie por casi lograr la meta. Se lo hacen todo el tiempo, mientras usted se queda regodéandose con sus discursos motivacionales. Lo están engañando.

La gente automotivada, en cambio, se lanzará al ruedo con la fe puesta en fracasar. “¿Qué es lo peor que puede pasar?” se preguntan. “¿Me van a quitar el trabajo por vender diez veces más que mis compañeros? No lo creo. Y si lo hacen, peor para ellos, ya conseguiré trabajo en la competencia”. Y se lanzan tras el 200 sabiendo que sus capacidades apenas dan para 100. Terminan vendiendo 130. Buuuhhh… looosersss!!

Es una pena que los sistemas de cuotas de ventas están diseñados para el fracaso y no para el éxito. Podría apostar que usted terminará premiando al vendedor de 75 y despidiendo al de 130 “por no alcanzar sus metas”. Ojalá me equivoque.

Para los que no están sujetos a la tiranía de un mal jefe y que empezaron leyendo este artículo con la esperanza de encontrar la fórmula mágica del éxito, la han encontrado: Apunten al fracaso. Si ustedes son más inteligentes que yo, no se lo digan a nadie. Al compartir sus metas, apunten bajito, pero en su fuero interno, apunten tan alto que tengan la certeza absoluta de fallar. Abracen el fracaso como Cristo abrazó la Cruz, sabiendo que este mundo de perdedores no se merecía Su sacrificio. Alégrense cuando fracasen, laméntense cuando tengan éxito. Porque ustedes saben que lo que el mundo llama éxito es quedarse corto.

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